Hace 25 años empecé a conocer la obra de Stephen Covey. Y con Internet en pañales, unos años después hice mi primer pedido en Amazon: Los 7 Hábitos de la gente altamente efectiva de Covey  y ShowTime de Roger Simon. Ambos libros me acompañan desde entonces y recomiendo su lectura como he hecho profesionalmente con mis alumnos y clientes.

Decía Aristóteles que Somos lo que hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito.

Covey se apoya, según mi modesta opinión, en la contribución de David McClelland (Teoría de la Competencia) para definir el hábito como una intersección de conocimiento, capacidad y deseo. Para McClelland cuando formula su teoría en 1975 es un mix de Saber, Saber Hacer y Saber Ser (conocimiento, habilidad, actitud).

Trataré a continuación, siguiendo el Modelo de los 7 Hábitos de Covey, contraponer los 7 Hábitos perversos de nuestros políticos.

  1. No asumir Riesgos ni Responsabilidad. En contraposición al hábito de la Proactividad que nos faculta para responder de acuerdo con nuestros principios y valores con responsabilidad aceptando las consecuencias de nuestros actos o inacción. Esta cualidad nos distingue del reino animal.
  2. Atados al corto plazo, a la contingencia, sin amplitud de miras. Al contrario del hábito Comenzar con un fin en mente, que implica tener una visión de lo que se quiere lograr y alcanzar dando así significado a nuestras acciones y planteando un modelo de sociedad a medio y largo plazo, comprometiéndose con esta visión.
  3. Anteponer sus intereses a los de los demás. Poner primero lo primero y en el caso de la política sería las personas, primero.
  4. Ganar es lo esencial, no importa a que precio. Frente al hábito de Ganar-ganar que tiene en cuenta que la vida no es un juego de suma cero y que al colaborar podemos alcanzar mejor nuestros objetivos y alcanzar la equidad como cualidad necesaria para la convivencia.
  5. Nosotros tenemos todas las respuestas. En vez de Buscar comprender primero y después ser comprendido que es la esencia del respeto a los demás. Empatía y diálogo con el otro son las fuentes efectivas para llegar a acuerdos basados en ganar-ganar.
  6. Disciplina de partido antes que libertad de conciencia. Buscar la Sinergía mediante la habilidad y actitud receptiva para valorar la diversidad facilitando la síntesis entre ideas divergentes, el trabajo en equipo con otros que no piensan como yo pero que pueden compartir objetivos comunes. Esto facilitaría la innovación y encuentro de ideas y políticas no usuales pero altamente eficientes y efectivas.
  7. A vivir, que son dos días, es decir, 40 años en cargos públicos. No buscar la Renovación y reciclaje personal y profesional. La capacidad de mejorar realizando otras actividades siendo la política sólo una de ellas y con fecha de caducidad, facilitando así el crecimiento personal.

 

Mucho tiene que cambiar en el modelo de representación política. Pero también en los Paradigmas que guían el ejercicio de la política por nuestros representantes. Ética, moral, responsabilidad y Estética deben impregnar la conducta de aquellos que dicen que están para servirnos. Remito al lector al post sobre nulla ethica sine aesthetica para más concreción.